La Historia de Lugo y Belisama.
Se dice que Lugo conoció a Belisama ”La muy Brillante”, el día de La Batalla Enceguecedora. Ni bien la vio llegar en su carro de guerra acompañada por sus hermanos, se sintió atraído hacia ella. Pero a Lugo no se le permitía tomar parte en la batalla, Dana lo quería a salvo, es por eso que montado en su caballo recorría el campo desde su posición segura sin perder de vista el casco de oro con la cimera de cisne . Belisama luchaba cuerpo a cuerpo en el frente, con una destreza inigualable. En las filas contrarias se encontraba el mismísimo Balor, el del ojo ciclópeo, cuyo parpado pesado permanecía siempre cerrado, pero que cuando lograba abrirlo lanzaba su “ Rayo mortífero” capaz de incinerar en segundos lo que fuera, inclusive a otro dios.
Cuando Lugo vio que el parpado de Balor se levantaba y que en el camino de su mirada estaba Belisama, lanzó su lanza rugiente la que impactó de lleno en el ojo, traspasando la cabeza. Se dice que por el agujero que dejó la lanza en la nuca, se escapó la luz del “Rayo de la muerte”, y causó un desastre en sus propias filas. En medio de la confusión general , Lugo tuvo el rápido reflejo de volar en su caballo por encima de las filas Danae hasta Belisama, logrando rescatarla en el preciso momento, en que el enorme cuerpo de Balor se desplomaba sin vida sobre ella.
Ese fue el comienzo de su historia, se profesaron un gran amor, aunque terminaron en caminos separados.
Lugo cayó bajo el hechizo de una mujer mortal que ambicionaba convertirse en “Diosa” o al menos en un ser inmortal. Una vieja hechicera devenida en consejera, le había dicho que para ello necesitaría una joya con la sangre de Belisama pues esa sangre se decía, que poseía la particularidad de convertirse en rubí una vez derramada, y sus lágrimas en diamantes.
Un collar de esas gemas le otorgarían el amor de Lugo y eventualmente una vida inmortal junto a él.
En cierta ocasión Belisama y Lugo tuvieron una fuerte discusión causada por las malas artes de la mujer mortal y su hechicera. Belisama enojada se refugió en un espeso bosque, tal vez para estar sola, como solía hacer a menudo, y fue emboscada por seres oscuros que habían sido invocados por la hechicera,que no eran rivales para una diosa guerrera como Belisama, así que los venció con facilidad, sin embargo, la hechicera previendo que esto sucedería había robado la lanza de Lugo, que fue entregada a un cómplice, quien se escondió entre la maleza del bosque a la espera del momento oportuno y cuando Belisama terminó la lucha con los seres oscuros, mientras descansaba recostada sobre el tronco de un árbol, la lanza fue arrojada. Belisama quedó clavada al árbol, grande fue su desesperación cuando alcanzó a ver que el arma que le había herido era la lanza de Lugo.
Inmediatamente la hechicera se acercó para recoger los rubíes que brotaban de la herida. Belisama la observó, pero no ofreció resistencia, prefirió dejarse ir. Era imposible que una guerrera divina como ella muriese por una herida así, por más que el arma sea la de un dios como Lugo, pero el solo hecho de pensar que era él quien la había empuñado fue una estocada aun más mortal que la infundida en la carne.
Para cuando Lugo supo lo que le había pasado a Belisama, la vida de ésta ya se había extinguido. Uno de sus hermanos la había desclavado y ella descansaba como dormida al pié del árbol, donde habían crecido flores rojas. Lugo lloró junto al cuerpo de Belisama, y trató con los poderes que poseía, volverla a la vida, pero no lo logró. Entonces el dios lloró y sus lagrimas fueron diamantes también, pero él no las vio caer .
El cuerpo de Belisama cubierto de flores y hermosos ropajes dorados y rojos, fue llevado por sus hermanos en una balsa tirada por cisnes a una orilla distante de un lago brumoso, y esa fue la ultima vez que Lugo los vio.
Pero esa misma noche estando aún sentado junto al lago, quedó dormido y soñó que Belisama se acercaba, hermosa y resplandeciente, con su casco brillante con la cimera de cisne y su armadura dorada, lo besó y le entregó una hermosa joya con diamantes engarzados que brillaban extasiados a la luz que prodigaban dos lunas plateadas.
“Son tus lagrimas” le había dicho, "Guarda estas joyas para cuando sea el tiempo en que volvamos a estar juntos.”.
Al despertar Lugo encontró en sus manos la joya con los diamantes y a su lado el casco dorado, el escudo y la espada de Belisama, supo entonces que no había sido un sueño.