Libro I. Cantares del Éxodo.


LIBRO I. 
Cantares del éxodo.




«Lo que a continuación se transcribe, es una recopilación de pequeños fragmentos, extraídos del  Libro del éxodo, que el pueblo Danae guarda en el Templo de la Ciudad de Murias, donde descansan veneradas, las reliquias del comienzo de sus tiempos.

El Libro del éxodo, es a su vez, diario y crónica, escrito por varias manos, de ahí se desprende la diferencia sustancial de estilos y narrativas, los mismos relatan en variados enfoques aquellos acontecimientos acaecidos especialmente durante las eras de peregrinaje desde los últimos días en La Tierra, hasta la llegada a Thulé. Los últimos capítulos están dedicados a la construcción de las cuatro ciudades y los cuatro clanes gobernantes, y culmina con la desaparición de Lugo y un mensaje de primera mano escrito por el dios a sus descendientes. Las profecías del cambio de los tiempos y Los Elegidos»
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De La última gran batalla y la triste caída en la oscuridad.


Para los que gustan del concepto de fantasía, caballeros y juegos de RPG. Espero les guste y gracias por entrar al post. Son muchas imagenes, espero no repetir ninguna y si pasa disculpen. Gracias por visitar el post y comenta si te...

«Los Vastos ejércitos se enfrentaron en batalla en el gran valle de Tureg.
Bravos dioses, héroes y hombres, fundieron sus bronces en la cruda refriega de atronadoras voces.
Cayó el Rey Nuda de los divinos Danaes, bajo la siniestra espada de Amorgen, el hijo del lamento, que dirigía al Ejército Negro.
Y la coraza dorada del astro en el firmamento se tiñó de púrpura y su luz enrojeció, se opacó y se apagó, y la oscuridad dominó al mundo»








«Lugo, el hermoso, el hijo de la luz, el de la lanza rugiente, lloró de rodillas postrado, con el cuerpo maltrecho del Rey Nuda yaciendo en su regazo inerte ya, le cerró los ojos y lo deposito amorosamente en el suelo teñido de rojo por la sangre allí derramada y, como un volcán que entra en repentina y furiosa erupción se puso en pie y buscó a Amorgen para matarlo él mismo. Lo divisó entre las fugaces chispas que se encendían al choque de los metales y los golpes que propiciaban explosiones carmesí. Amorgen se supo descubierto y al ver la figura enorme de Lugo acercándose hacía él furioso e implacable, degolló al guerrero contra quien trababa lucha y arrojando el cuerpo a un costado se plantó frente a Lugo desafiante, sonriendo y con los brazos abiertos, sosteniendo a la mortífera espada negra con la mano derecha. Lugo le arrojó su lanza, la misma que había terminado con la vida del gigante Balor, pero no previno que la batalla se estaba perdiendo, que la tiniebla eclipsaba a la luz, y los hados de la oscuridad protegían a sus aliados. Amorgen logró esquivar con un movimiento de magia que ahora se volcaba a su favor, a la mortal lanza rugiente. Lugo quedó paralizado, tal vez víctima de oscuras fuerzas, o tal vez por el estupor y el asombro, pues nunca había fallado un solo tiro de su poderosa arma, y permaneció así, vulnerable a merced de Amorgen quien ya blandía su siniestra espada de filo doble para descargarla de lleno en el cuerpo inmóvil, pero el carro dorado de la hermosa guerrera Belisama, la de la cimera de cisne, que aún resplandecía de luz ( aunque ya fuesen los últimos destellos) se interpuso entre los dos, y ayudada por las fuerzas iluminadas que quedaban, logró subir a Lugo al carro para salir de allí. Salvándole la vida como éste había hecho con ella, durante la primera gran batalla».


«Detrás del carro dorado, los que aún se mantenían en pie, huyeron del valle, dejando atrás a sus muertos y a los heridos, cubriéndose así de vergüenza.

En pos de ellos resonó en espantoso estruendo la carcajada de Amorgen, enaltecido y soberbio, parado sobre cadáveres.

¡Huid! ¡Cobardes! ¡Y enterraros en vida bajo vuestros túmulos, que los muertos que dejáis, no los necesitaran, pues han de alimentar a mis lobos y a mis buitres!proclamó la voz en el viento».

«Y así los maltrechos sobrevivientes se replegaron y fueron cubiertos por tinieblas y desesperación buscando refugio en las profundidades de los túmulos levantados por las viudas y los dolientes, con la tierra tibia aún, por la sangre de sus caídos, y la vergüenza de los vivos.(…)»

«Y Dana, la hermosa, la Gran Dama y Madre, que había abandonado el mundo y que habitaba, junto a los dioses, en las enormes estancias de columnas eternas, de pié en el mirador coronado de estrellas, observó todo lo acontecido y al ver el sufrimiento y el escarnio brutal que se abatía sobre sus amados hijos, decidió viajar a la tierra. 


En la profundidad de un bosque seco y desolado, como los corazones de los que habían sobrevivido, encontró a sus vástagos. Y allí también estaba el Príncipe Lugo, el luminoso, pero no hablaba, y sus ojos estaban nublados de tristeza, junto a él la hermosa Belisama, la de los cabellos de fuego y los hermanos de ella y todos estaban bajo la misma pesadumbre, nadie hablaba ni se atrevía a apartar los ojos del suelo reseco. A penas sí se sobresaltaron cuando el rayo imponente irrumpió y chocó contra la tierra, y de allí emergió envuelta en un alo de esperanza la diosa blanca. Y cubrió a todos los presentes con su reconfortante y sanador manto.


Y habló con su amado nieto y le infundió nuevamente luz en el corazón, que volvió a latir y entonces este levanto la frente y así se dirigió a sus compañeros:

No dejemos que la derrota nos seque el alma, hemos sobrevivido, pues así debe ser por superiores designios que no me corresponde ni a mi ni a ninguno de nosotros cuestionar, aquí con la anuencia de nuestra querida madre Dana, se nos presenta un nuevo camino y una esperanza para nosotros, pero antes debemos completar una misión con el fin de recuperar la dignidad que nos ha sido arrebatada.(…)»

«Partieron Lugo, el luminoso, Astel, el guerrero rojo, hermano de Belisama, Y Saimur, el muy joven, quien se convertiría con el tiempo en escudero de Lugo y cronista de algunos aconteceres. Y lo que se les había encomendado era recuperar la lanza rugiente y las reliquias del pueblo Danae. El Harpa de las melodías encantadas y El Caldero de la vida. Lograron con éxito infiltrarse en el campo enemigo. En el centro del Gran Valle, rodeada por los despojos de los caídos debajo de un firmamento negro sin estrellas, se levantaba la tienda de Amorgen, donde se encontraban la lanza y las reliquias.

Los dioses acompañaron a los tres, porque les fue fácil recuperar lo que les pertenecía, tomaron la lanza y el harpa, en cuanto al caldero, Lugo, al observar los muertos en derredor siendo devorados por jaurías de lobos de ojos rojos que bajaban por las laderas, sintió tal impotencia pues era ya imposible volverlos a la vida, que acometió contra el caldero y lo volteó de un puntapié, vaciando el precioso contenido en la tierra yerma, Luego, encomendó a sus dos acompañantes el harpa, y él subió hasta la cima de uno de los montes que flanqueaban el valle, y en lo alto, desde donde podía abarcar con sus ojos al campo colmado de cadáveres y desolación, con un conjuro envió un rayo de luz que se desprendió de la lanza rugiente, y el valle completo ardió en llamas, y así incineró a todos los muertos y les dio un funeral digno de los guerreros que eran. Y de esa manera logró aliviar la gran carga de dolor que los vivos llevaban en sus corazones.

Las almas agradecidas de los guerreros caídos, se elevaron en forma de chispas de luz, y parpadearon convertidas en estrellas brillando sobre el firmamento, de modo tal que antes de desaparecer iluminaron el camino de los tres héroes, y la mayor fue la del Rey Nuda, que se posó magnifica sobre el túmulo elegido, donde se encontraba el portal al mundo subterráneo. Luego, se desplazó y seguida de las otras miles de luces, se volvió al infinito cielo, rumbo a la constelación de Orión, donde estaba Thulé, y de este modo se perdieron de las maravilladas miradas, y los corazones volvieron a latir en paz».


«Como un trueno, el graznido de un buitre herido, retumbó por toda la tierra, sobre las colinas, sobre las más altas cimas, sacudió las copas de los árboles, puso a aullar a los lobos y crispó a la oscuridad misma. Tal fue el lamento de Amorgen cuando regresó al campo de batalla para regodearse una vez más con su victoria y disfrutar de los tesoros tomados a los vencidos y se encontró con un valle ya no sembrado de cadáveres, si no de flores tan blancas que en la noche brillaban hermosas reflejando a la luna, crecidas por el milagroso contenido del caldero de la vida allí esparcido por obra de Lugo, y entonces juró con todo el odio que emanaba de su alma oscura, juró a los señores de las tinieblas, que no importara cuanto tiempo le llevara, él cazaría a los hijos de Dana hasta eliminar su estirpe del universo»

«La misma Dana, la gran madre, acompañó a su pueblo hasta la entrada al túmulo. Gracias a su divina presencia, el día se mostró luminoso, para alejar así las fuerzas del mal.

De aquellos magníficos dioses, reyes, magos y guerreros que partieron en lejanas eras de Thulé, el hogar primigenio, en busca de nuevos mundos, ya no quedaba ninguno con vida, excepto Dana, y sus descendientes estaban obligados al exilio, debían encontrar el camino de regreso, sin los navíos que los había llevado a ese mundo, en cuya superficie ya no podían habitar, así que en las oscuridades subterráneas, debían encontrar los portales que los transportara a otros mundos mas propicios.

La comitiva se encontró frente a la entrada del verde túmulo, Dana, la venerada, entregó a Lugo, el luminoso, su muy amado nieto, el cetro de Nuda, que debía compartir con Astel, el guerrero rojo y Belisama, la muy brillante, entre otros. Y les legó de este modo la difícil tarea de guiar a su pueblo.

Antes de ingresar y después de la ceremonia en la que se encendieron hogueras con ramas de plantas perfumadas, y luego del festín, en el cual se bailó al son de las melodías más hermosas, aparecieron las gentes de pueblos nativos, hombres y mujeres, que escapando de las fuerzas malignas, pedían refugio en la caravana del exilio. Dana, la gran madre, fue la que acogió a estas gentes.

Así mis hijos no estarán solos en este peregrinar dijo, y luego con gran pesar entregó su magia y se despidió de los suyos para siempre.

Las puertas del túmulo se abrieron y los primeros en ingresar fueron aquellos que serían luego los padres de los líderes de La Nación Danae. Y aquello sucedió en el tiempo que los antiguos llamaban “Cuando la nieve empieza y los primeros brillos gotean sobre el oro y los días menguan”»

«Y aquellos guerreros y guerreras, los más hermosos de todos cuantos hayan habitado esos suelos, no volvieron a ser vistos nunca más bajo la luz de la estrella que iluminaba ese mundo. Y su existencia fue desdibujada por el velo de los tiempos que los convirtió en leyenda. 

Todos los habitantes de la superficie cayeron en el hechizo del olvido, todos, menos uno».







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